se es incendiario a los 20 y bombero a los 40...
ya tengo 40 y todavía no soy bombera.
octubre es el mes terrible, el recuerdo de lo que pudo ser, las revoluciones ( que no son las de la rueda de chicago que pusieron en el parque hace unos años) sino Revolución con mayúscula.
el joven es revolucionario porque necesita creer. el viejo es bombero que se aburrió de quemar pólvora y que decidió hacer la revolución "desde el sillon", siempre que tenga a mano lo "necesario" que incluye una suburban y guardespaldas, suficiente wisky de 22 años...
octubre me recuerda jóvenes que no llegaron a ser bomberos, cuya vida se quedó detenida a los 20 y tantos, compañeros que no se vieron reflejados en sus hijos que se les parecen tanto...
octubre es el otoño de guatemala en donde lo rojo no lo ponen los árboles como en los "usa" sino que está teñido de sangre joven, de sangre pensante, de dolor.
probablemente muchos de esos jovenes muertos habrían evolucionado en bohemios burgueses que se "conmueven con la miseria" pero no mueven un dedo por ayudar y no pueden abandonar la tele de plasma y la palm, obtenida con el sudor de la masa a la que dicen defender...
Aunque la evidencia en sus hijos dice lo contrario, hasta donde yo lo veo.
los chicos de 20 ya no tienen interés en quemar pólvora, el consumismo los hace trabajar para comprarse ese gadget que papá no puede comprar y que es "absolutamente necesario", además está mal visto ser revolucionario. Papá acepta que usen playeras del Ché, que se perforen la lengua, se tatuen todo el cuerpo, pero POR NADA DEL MUNDO, que luchen por sus derechos (los pondrían presos, o peor, los llamarían comunistas).
pueden trabajar en Guateámala, porque eso no daña a nadie, votar por Carlos Peña, apoyar a la selección y recaudar miles de quetzales en la teletón. pero irse a una comunidad a vivir y trabajar con la gente "que horror, que pocas expectativas". aún si las ideologías murieron, fué mayor el poder del consumismo, ese que exige trabajo a cambio de bienes inútiles que pasan de moda en un mes.
cuando me vuelva bombero, les cuento, por el momento recordemos octubre... porque el color de la sangre jamás se olvida.
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