mis alumnos llegaron con la fotografía, la tomaron con la cámara del telefono que siempre cargan encima, ellos no han tenido necesidades extremas, estudian en una universidad privada, tal vez no todos puedan pagarla con comodidad, tal vez algunos de sus padres hagán más sacrificios. pero la imagen era demasiado intensa como para no compartirla.
teníamos casi seis meses de estar yendo a la comunidad, conocíamos bien a las niñas vecinas que diariamente pedían "un quetzal" o similar, sabíamos que ya no van a la escuela, porque son niñas y el resto no importa.
durante los seis meses tuvimos problemas para ir al baño, no había porque no hay agua corriente en la comunidad, logramos pasarla usando letrinas. al final era un sólo día a la semana, cualquiera puede pasar el día con necesidades y desquitarse por la noche. a menos de media hora de camino la civilización brilla y hay mac donald's y papas fritas (o gaseosa para la sed)
la cosa es que llovió, y una zanja que abrieron en el área que usamos de parqueo se llenó de agua.
por la mañana la escena que vimos (y que les paró el pelo) fué a la niña pequeña juntando agua del charco para llevarla a la casa en una cubeta, hizo varios viajes por lo que dijeron.
nadie se detuvo a preguntarle si era para beber, o tal vez para lavar ropa y pañales (o trastos) o simplemente para limpiar (o bañarse). los horrorizados muchachos se preguntaban ¿cuanta gente tiene que hacer eso?.
ya mas tarde, regresamos a la universidad y regresamos a la realidad.
no se les olvidó, al contrario, la foto estuvo en sus presentaciones y en sus conversaciones.
por un momento sintieron en carne propia las injusticias, la realidad, la pobreza
y yo, por un momento pensé que las nuevas generaciones podrían ser mejores que nosotros.
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