lunes, 8 de octubre de 2007

aguacates







cuando uno de mis primos, que vive en Europa, vino de visita a Guatemala, tenía más o menos 8 años y lo llevaron al "terreno" de otro de mis tíos, no era un espacio grande, pero habían árboles de durazno, pera y otros.


los muchachos cortaron fruta y la comieron hasta que casi reventaban, luego tomaron canastas y las llenaron. cuando ya se iban el niño, muy preocupado preguntó "donde hay que pagar", le parecía absurdo poder comer toodo lo que quisiera de frutas "exoticas" y ¡no tener que pagar!.

mi infancia está llena del sabor de las frutas exóticas "al pie del árbol", peras, mandarinas, limas, naranjas, guayabas y por supuesto: aguacates.

alguna vez cuando estuve en otro país, uno del norte, me asustó el precio de un aguacate: más de un dólar. durante la temporada de aguacates en la casa de mis padres lo dificil es no aumentar demasiado de peso, pero son deliciosos y saludables.

con tanta fruta disponible, es discutible que vivamos en hambruna, uno de los mayores problemas son las modas: es más fácil conseguir una cocacola o un paquete de boquitas, incluso una cerveza caliente en una comunidad, que ver a los niños comiendo fruta en abundancia. la fruta es vendida o no es suficientemente valorada. y mientras tanto los niños se mueren de hambre.
la gente relaciona las frutas con las lombrices y tienen razón: pocos niños comen las frutas lavadas, aún recuerdo sacar las piedrecitas que se incrustaban en las guayabas maduras al caer del árbol y extraer con un palito los gusanitos para comerme el resto (los niños no tenemos tantos ascos ni reservas)
es cierto que aún es necesario comer proteínas y estas siempre son caras, alimentos como este delicioso aguacate que me estoy almorzando no siempre están disponibles y en su temporada, tampoco son consumidos: se prefiere venderlos.
detrás de cada tradición simpre hay enseñanzas, y detrás de cada moda hay riesgos.

por el momento, las frutas maduran y caen de los árboles aún en las comunidades con más hambre. hay que volver a dejar a los niños subir a los árboles y comer toda la fruta que quieran. no es toda la respuesta al hambre, pero es parte de la misma.



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