viernes, 12 de octubre de 2007

Don llantapache

La corrección política es algo que aparentemente riñe con los apodos ubicuos en Guatemala.
Sólo aquí vamos a la carnicería del “canche”, a la cantina de la Tina Colocha, a la clínica del “sordo”.
Los apodos no necesariamente describen al sujeto. “el negro” puede ser un hombre realmente caucásico o pelirrojo, un poco más oscuro que el resto de su familia, “la gordita” puede ser una muchacha escuálida y anoréxica que sigue cargando en sus espaldas el apodo de su infancia, cuando era una niña gordita que se parecía al “bebé Gerber”.
De la misma manera “la seca” puede estar pesando ahora más de doscientas libras y el apodo se refiere a su adolescencia, cuando parecía una “tabla”.
Mi clase de bachillerato parecía una granja, había un “coche”, un “pollo” y hasta un “coyote” y por supuesto una “patita”.
Los apodos ofensivos tambien existen, y a veces las personas no se fijan en esto y los llevan si no con orgullo, al menos con resignación.
Ese pobre hombre al que se le llamó “caca” debido a un evento escatológico de su infancia, luego de los años, contribuyó al apodo de su mejor amigo al que rápidamente le llamaron “calzón” por aquello de “calzón con caca” siempre van juntos.
La corrección política no existe en los apodos, y a veces las personas no están enteradas de cómo les dicen.
Mi madre aprendió a la tierna edad de 2 años, las vicisitudes de la corrección política.
La dejaban como muchas otras niñas, pararse en la puerta de su casa a ver pasar a la gente. Dentro de su inocencia saludaba a todas y cada una de las personas que conocía, llamándolas por su nombre. En cierto momento pasó un hombre que había nacido con un defecto en la pierna y la gente le llamaba “llanta pache” por la forma de caminar.
Mi madre en un arranque de amabilidad le gritó “adiós Don llanta pache” supongo que segura de que el pobre hombre se llamaba así, y agregándole el “don” en seña de respeto.
El hombre se volteó y alguien impidió que le asestara a la pobre niña un golpe con su bastón, evidentemente no le gustó.
Con la corrección política actual, se intenta un mundo con menos problemas, pero a juzgar por como se ve la cosa, es casi imposible.
En la última elección hemos visto como, a pesar de todo, los defectos físicos de los candidatos son usados en su contra en la propaganda. La voz de un hombre que seguramente fue operado más de una vez durante su infancia para intentar corregir el labio leporino y paladar hendido es sinónimo de “aguado y dejado”.
A mi me parece que una infancia enfrentada a los apodos y críticas han logrado esa aparente impasividad con las que el hombre recibe los insultos, ya mas de una vez debe haber evitado golpear a un agresor.

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