miércoles, 17 de noviembre de 2010

síndrome de Estocolmo o la indefensión aprendida.

Siempre he usado la imagen del elefante de circo para explicar la indefension aprendida. El pobre elefante es atado con una cadena pesada mientras todavía es cachorro y no tiene tanta fuerza para romperla, además, la cadena tiene la capacidad de herirlo si se mueve, Así que el elefante permanece casi completamente quieto, evitando el dolor.
Cuando le quitan la cadena el animal ya no hace intentos por moverse y aunque la amarren con una suave soga, no la rompe.
Muchas mujeres se han acostumbrado al yugo y a las condiciones de cuasi esclavitud que acompañan al "sagrado matrimonio" en donde se les recuerda cotidianamente que ellas son "ayuda" nunca lo más importante de la familia.
Cuando uno les sugiere que hay otras formas de vivir, que pueden asumir relaciones más horizontales lo más frecuente es que lo interpreten como una intromisión de alguien "demasiado feminista".
A las feministas se nos teme como si fuéramos castradoras egoistas y locas y hasta se atreven a hablar de "feminismos femeninos" que, se supone, le dan un rostro maquillado a las mismas demandas que tenemos las mujeres pero "sin hacer tanta bulla" y "poniendonos en nuestro lugar".
Me cansa ver que se acepta que las mujeres deben obedecer a la cabeza que son sus maridos, y que ellas, en la cola de la relación, siguen aceptándolo como el elefante no rechaza la atadura porque no conoce otra realidad que no sea la esclavitud y le aterra dejar la jaula protectora.
Aunque muchas feministas optamos por la vida en pareja, intentamos construir relaciones de pareja "parejas" en donde responsabilidades y privilegios son iguales para ambos en todos los ámbitos.
Realmente me gustaría que se acabaran las elefantitas y se dieran cuenta de su propia fuerza y capacidad.

sábado, 13 de noviembre de 2010

era el frío o somos fríos los guatemaltecos...

Hace años andaba por "interfer" con un chavo con el que solíamos bailar mucho. Un grupo cubano tocaba en la concha acústica y bailaban y se hacían un queso, mientras la gente los veía sentados formalmente como buen público chapín. Mi amigo me llevó al frente y me sentía sumamente avergonzada mientras éramos la única pareja danzante. Cuando todo terminó los músicos se acercaron a agradecernos, no estaban acostumbrados a la timidez chapina y pensaban que la música no estaba tan buena o que a la gente no le había gustado.
Me acordé de eso ayer, en el concierto de Alejandro Arriaza, un joven al que admiro muchísimo y que parece seguir siendo el mismo al que, en el 99 le decíamos "hay un toque" y contestaba "¿y quien va a tocar?", respondíamos "pues vos" y allí iba Alejandro con su guitarra al hombro a tocar por buenos motivos, su música o covers con tremendo ángel que tiene.
Bueno, la cosa es que, no pretendo hacer una crónica del concierto (que estuvo buenísimo) sino analizar el comportamiento de la gente que se reprimía hasta de aplaudir. Es cierto que en el palacio nacional "deben de regañar" si uno se pone a bailar o a moshear en pleno patio de la cultura...pero ¿y moverse al ritmo de la música? ¿y aplaudir? ¿y poner cara de "estoy gozando"? incluso vi a una chica que parecía estatua y no cambió la expresión en todo el tiempo.
Alguna vez canté en un coro y era totalmente desmoralizante ver que la gente no se conectaba con uno por más que el ritmo era bueno.
¿a que le tenemos miedo? ¿a ser los primeros que bailemos? ¿a que nos regañen? ¿el "respeto" por un sitio histórico? ¿la historia de represión que acompaña el lugar?.
No lo sé. Supongo que en el "after" la cosa se puso buena, ya con la ayuda de los deshinibidores de siempre, pero también allí me pregunto ¿es la única forma de disfrutar? ¿con apoyo de deshinibidores?.
Supongo que me vi como la vieja loca que se mueve en su silla y pega de gritos o intenta seguir el ritmo con las palmas, pero no era un concierto de la sinfónica y los músicos merecían sentir que nos estábamos comunicando.
Y supongo que el chiquillo de como 3 años que brincaba, aplaudía y saltaba con la música fue el que más se disfrutó el concierto, tal vez deberíamos actuar como niños a veces.

jueves, 11 de noviembre de 2010

de Super mujeres y super hombres.

Todas las ridículas enseñanzas que nos presenta "el manual de la buena esposa" dejaron mella en nuestra forma de comportarnos, esa construcción genérica que se llama " la esposa perfecta" o "la ayuda idónea" se clavó en nuestras mentes sin que, todavía, podamos deshacernos de su maleficio que nos coloca inevitablemente en situación de inferioridad en comparación a los hombres.
Aún cuando la mayoría de mujeres piensa que ya no podemos portarnos así, muchas tenemos todavía el "síndrome de la super mujer"
Haciendo un recuento de mi semana de "super mujer" me entero que: escribí un cuento, dos posts para este blog, un artículo para el día mundial del sida,  tuve dos reuniones de "alto nivel", fui comisionada para dos actividades de carácter nacional que requieren hacer lecturas y presentaciones, hice dos informes, revisé tareas de mi hijo, hice un pastel de zanahoria, rollos de canela, lasagna, pollo cordon bleu, caldo de gallina, desayunos gourmet, waffles y estoy tejiendo una bufanda de moda a crotchet.
Ese trajín evidencia que ya padezco el síndrome. Soy alguien que, además de ser una profesional de alto rendimiento, también es madre casi a tiempo completo y sigue asumiendo roles "tradicionales" como las manualidades, el tejido, la cocina gourmet e intenta no descuidar su arreglo personal.
En mi caso, sin embargo, el número de platos servidos se iguala con el número que sirve mi compañero y él también tiene un trajín similar al mío, donde yo veo mi "síndrome" es en la necesidad de hacer "algo extra" que justifique mi papel de mujer y que no es necesario (como el pastel de zanahoria y la bufanda) pero que me dan ese "brillo femenino" que parece ser tan importante.
Mi abuela conspiró, al parecer con éxito, para enseñarme las mil y una artes de la casa, aunque soy mala alumna, algo queda en esa compulsión por hacer manualidades o "cositas" aunque nunca decoraría mi casa con "adornitos".
Ese deseo se evidencia en la diputada  y probable candidata presidencial que asegura que "ella decide que se compra en el mercado y que se prepara de comida", bastante ridículo por cierto, para una mujer tan ocupada.
Pero el tema es que, aunque nosotras ya no somos las mismas, aún existen hombres que añoran a la chica de postal con delantal de florecitas que los reciba cantando en la puerta de la casa y, muy a pesar de los que detestan los cambios, el nuevo ideal de la pareja "pareja" con igualdad de responsabilidades y privilegios parece estar más presente en hogares (como el mío) en donde se han construido a fuerza de comprensión y diálogo
¿Quién va a construir a esos "super hombres"? ¿cómo debería ser un hombre actual?.
Antes de comenzar con una interminable lista de deseos,tenemos que seguir proponiendo y animando a los hombres a construir una identidad masculina que no se base en el típico padre sentado en el sillón "cansado de trabajar", que fue una construcción de los publicistas de los años 50,  y que cimenta su poder basado en la fuerza física, la misoginia, el derecho de propiedad de hijos y esposa.
Me gustaría ver en serio una "revolución masculina" que honre la propuesta femenina con una corresponsabilidad y realmente analizando el daño que la actual visión de "lo masculino" también ejerce en los hombres. Y siempre es agradable ver los pasos que algunos van dando, animados tal vez por sus compañeras o a pesar de las imposiciones sociales. Pero también el número creciente de personas adultas solas, frustradas ante la imposibilidad de generar una alianza matrimonial o de hecho que no sea en perjuicio de una de las partes en el eterno juego de poderes en que se convierte el matrimonio.
Lastimosamente, todavía existen muchas personas y grupos que temen perder su poder y control sobre las mujeres y le siguen apostando a generar en ellas ese sentimiento de servilismo y sacrificio que era la marca de fábrica de nuestras abuelas. En nosotros queda el tipo de relaciones que queremos construir.

martes, 9 de noviembre de 2010

Enfoque de género y publicidad. (otra campaña para morirse de la vergüenza)

No estoy en contra de la publicidad, pero a veces si que hacen cada cosa...
Hace unos años, la campaña de los zapatos "para morirse" parecía una idea interesante y novedosa, una frase que todo el mundo usa... excepto que, desde siempre decimos que no se debe nombrar la soga en casa del ahorcado y con el número creciente de mujeres asesinadas, una mujer muerta sobre una camilla era una broma demasiado pesada.
Es inevitable caer en manos de un publicista, ya sea para una campaña política, social o de promoción de la salud, son ellos los que definen la forma el "como" se presentará un mensaje que tenga suficiente impacto en la gente, que lo recuerde y lo analice.
Ha habido campañas de "sentido social" que llegan al corazón, otras causan risas y las más torpes terminan dando el mensaje erróneo.
Quiero creer que es eso lo que ha pasado con la campaña "te toca", en donde un publicista (supongo que es hombre) decidió que "personalidades importantes" en el país, eran exclusivamente hombres y en su mayoría, hombres mestizos.
El tema y la idea (igual que los "zapatos para morirse") tienen chispa: Te toca, igual es pasar la estafeta que jugar tenta, algo que hay que pasar al que viene, a la nueva generación.
La selección de "caras bonitas" y personalidades tenía que ser limitada (los costos de los mupis y vallas, las horas de fotografía) así que del ramillete aparentemente hay mayor abundancia de personajes masculinos que de femeninos, aunque en los niños hay más paridad.
¿será que no hay mujeres con importancia política, científica y deportiva en este país? y la respuesta es obvia: por supuesto que hay, ¿que pasó entonces? como dije antes, quiero creer que el publicista, diseñador o encargado de la campaña reaccionó como "normalmente" lo hace un guatemalteco y visibilizó a aquellos que "mas se ven o más se escuchan" dejando de lado a las mujeres y escogiendo a unas pocas (una directora de ONG, una comadrona y una atleta) pero al ponerlas lado a lado con 8 hombres "ilustres" pues quedan en una relación que parece decir "las mujeres guatemaltecas no son tan importantes como ejemplo, pero son buenas seguidoras".
Y bueno, esperamos que no quede como lo de los zapatos, una campaña que "dan ganas de morirse" ante el pobre enfoque de género y la escasa multiculturalidad que refleja.

domingo, 7 de noviembre de 2010

De Fiambre y otros demonios... (exhabrupto atrasado)

La intolerancia religiosa es terrible, mucho peor cuando enarbola la ignorancia y la superstición para intentar combatir a la ignorancia y la superstición ¿ trabalenguas? casi.
Yo admito mis intolerancias, se me sale el cobre con mucha facilidad (ese es un dicho de mi madre, que se refiere a las joyas de fantasía, que terminan "mostrando el cobre" bajo el tenue baño de plata u oro) Esa dorada corrección política que impide que andemos "a la libre" parece estar a un pelito del cobre barato que no brilla porque no es oro.
En fin, hablaba de fiambre y demonios, que al final, para los fundamentalistas son lo mismo: el mismo chamuco.
Guatemala configuró sus religiones en las áreas rurales en una mixtura entre dioses pre-colombinos y los dioses cristianos que todavía no se termina de deslindar.
Por años, a mi madre le rechazaron el fiambre pastores preocupados por el "que diran", por años, los ritos ancestrales se hicieron "en secreto" (de allí viene el dicho "esto tiene su secreto" para hablar de cosas que no se solucionan de forma "normal") las familias qeqchies limpian escrupulosamente los restos de ceniza de sus casas antes que llegue el cura o el pastor a bendecir la propiedad que ya fue dedicada a alguno de los Tzul T'aká.
Pero ahora ya no se hace eso, la gente se siente atraída a los rituales antiguos y los barriletes llevan mensajes en Sumpango a dioses ignotos, el fiambre y las "cabeceras" ya no se comen en el cementerio entre las lápidas, sino en el restaurante de moda, no se derrama el aguardiente para los antepasados sobre el suelo del cementerio. Las tradiciones religiosas se vuelven simples eventos anuales, turísticos y culturales faltos de significado.
¿Acaso no ha pasado lo mismo con el Halloween?, ya no hay druidas en los bosques que llamen a las ánimas y acallen a los muertos, ¿a que le temen entonces los fundamentalistas? ¿acaso no los demonios hace años que andan sueltos por el mundo y muchos, asisten rigurosamente a la iglesia?.