domingo, 28 de octubre de 2007

Franquicia


Era 1989 y en Cobán había poco que hacer: un par de discotecas, un par de cines y cafeterías antiguas cuyo menú no pasaba del sandwich de queso kraft, hamburguesas hechas en casa y nada de "comida rápida".

el aparecimiento de una hamburguesería que se llamaba "burger king" fué la locura: tenían papas congeladas como las de fast food, hamburguesas con recetas nuevas, delgadas y con buen sabor y la decoración idéntica a la de los restaurantes norteamericanos que se veían por televisión. incluso tenían servicio por teléfono y el aparato con forma de hamburguesa tenía el logo del restaurante grabado encima. al parecer el dueño había trabajado en un burger king mientras vivió en Estados Unidos y tenía bastante conocimiento de las recetas y el servicio como para copiarlo, además, en un pueblo tan alejado del norte se creyó a salvo de las demandas: error, un año después tuvo que cambiar el nombre a Burger Bing y quitar muchas de las recetas "exclusivas" que al final lo llevó al cierre cuando la calidad del producto bajó.

En realidad, la Iglesia Católica fué la que inventó las franquicias. en su alocada expansión se utilizaron todas las ténicas de mercadeo conocidas, incluyendo el préstamo de "reliquias" que aseguraban conseguir nuevos adeptos curiosos. alguien dice que si fueran verdaderos todos los fragmentos de la "Santa Cruz" desperdigados por el mundo, esta tendría que haber sido descomunal, nada parecida a las que se usaban en esa época.

parte de la estrategia de cualquier franquicia consiste en mantener un adecuado control de calidad y asegurar que todos los franquiciarios reporten a la casa matriz. todo debe ser servido de la misma manera y con los mismos ingredientes no importa el lugar del mundo donde estén. la defensa de la doctrina en la Iglesia Católica, aún en tiempos de Lutero, no ha sido en cuestiones de fondo, sino más que todo en cuestiones de forma, que en este nuevo tiempo se ha endurecido.

leo hoy que cierto sacerdote ha sido excomulgado y ha creado una iglesia levemente distinta a la de roma. con una claridad asombrosa el hombre aduce que su fé no ha cambiado, que unicamente ha encontrado una nueva forma de llegar a Dios.

evidentemente no acepta las órdenes de Roma y esto lo pone en la mira de los dueños de la franquicia, ya que sí hay cambios: acepta los matrimonios en los curas y la voluntad del pueblo decide, no la del obispo.

los mismos que lo han excomulgado reconocen su derecho a "fundar una nueva religión", lo que no puede hacer es utilizar el nombre de la Iglesia Católica Romana.

dentro del artículo de Mirja Valdez se entiende la postura del sacerdote que acepta la excomunión como quien acepta que se le ha retirado el carnet del club: perdió la relación con Roma, pero para él, no ha perdido la relación con Dios.


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