Una mujer que tiene independencia económica, como lo anota un lector del blog de Becca, puede negociar más facilmente los espacios y tareas a las que puede o debe dedicarse en el hogar.Hay un problema, sin embargo, y es que esta mujer tuvo que haber tenido un gran acceso a la educación y autoestima y seguridad en si misma suficientes como para ascender en la escala laboral de forma continua y sin las clásicas culpas de la mayoría que se resienten a no cumplir con el papel historicamente asignado.
De igual manera, su felicidad puede verse empañada por la sensación (psicológica) de no estar dandolo todo a los hijos.Es obvio que, como explican muchos estudios, las mujeres en la mayoría de paises no están en igualdad de condiciones que los hombres. (Propiedad de la casa, posibilidades de retiro, condiciones en el trabajo, acoso sexual, etc)
Estereotipos aparte, en este país, por ejemplo, quien da luz un varón se "gana la gallina", quien da a luz una mujer produce "artículos para caballeros", chiste frecuente.de alguna manera, la que logra independencia económica y éxito, tendrá que negociar con un hombre cuya construcción de género lo coloca en la culpa cuando ella gana más.
Me explico, si el esposo gana más que la mujer, ella lo celebra, lo agradece y lo disfruta (lo que puede), asume que lo "normal" es que ella no gane mas y por lo mismo, no se estresa demasiado. He visto, en realidad, pocas mujeres que resienten ganar menos que el esposo, aún cuando ellas trabajen porcentualmente más o su trabajo sea más físico.
Si ella gana más, la presión social sobre ese hombre será inclemente, se le cuestionará su "hombría" al "no poder mantener a su mujer" él mismo se preguntará cuales son las razones para que él (que ha sido criado como un semi dios) no pueda ser más habil que su mujer (que es suya, es su propiedad, ella usa su apellido y no al revés).
El estrés que esto genera en los hombres que no han reevaluado su masculinidad puede ser aniquilador, ha fallado en su misión y no es proveedor, es provisto.
Los hombres que reevaluan su masculinidad, pueden aceptar que, no es su "falla" y alegrarse de la provisión de la esposa, pero no son muchos.Requiere una honda autoestima y sensibilidad para aceptar que el no ganar más que la esposa no significa que su masculinidad se haya disminuido.
Es indispensable, para la armonía, que los hombres reevaluen su masculinidad en relación con lo que actualmente puede lograr una mujer, aspectos como dinero, sexo y trabajo, cuidado de los hijos, se vuelven tareas COMPARTIDAS, no es algo que las mujeres hacen y los hombres ayudan, sino que se debe enfocar en el correcto equilibrio de todo. cambiar pañales, cocinar y demás actividades que mantienen engrasada la vida familiar, pueden compartirse.
Se dice que las mujeres cumplen doble o triple jornada, llegan de trabajar para trabajar en la casa, y eso no lo hacen los hombres, el resultado son mujeres cansadas, agobiadas y exhaustas.
Estas mujeres aprenden a retrasar otras satisfacciones, como la sexual, con tal de cumplir lo que la sociedad (y el esposo) demanda de ellas. allí es donde las acusan de haber "alejado" al hombre que, descansado, busca sexo en otro lado.
Es interesante, que los procesos de autoanálisis de las mujeres, que iniciaron hace bastantes años, no se han correspondido con igual número de procesos de los hombres, hablar de "masculinidades" parece ser un tema para homosexuales y no para cualquier hombre, (sólo pregunten, ¿cuantos irían?) y esto ha impedido que se haga un análisis adecuado de lo que en realidad significa actualmente el ser hombre.
¿por que no lo hacen?, creo que todas lo agradeceríamos.
ZOMBIES
Hace 14 años
3 comentarios:
Doctora, mis respetos. Qué lucidez, qué claridad en tu exposición. Quisiera aportar algo pero no tengo tiempo, sólo pasé a leerte rapidito.
totalmente de acuerdo Patricia... que significa ser hombre... la "masculinidad" se ve amenazada por una serie de cosas incomprensibles.
pero... será concepción masculina únicamente, o será prejuicio femenino tambien?
Nancy: pues gracias, se agradece
Becca: puede ser, pero, igual que con los feminismos, no nos toca a nosotras decidir si son nuestros prejuicios los que los encajonan, son ellos, los que deben entrar en el análisis (o no) y decidir si en realidad su masculinidad está amenazada por las mujeres en posición de poder, como tu jefa.
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