miércoles, 18 de noviembre de 2009

Y por último...

Por ahora, creo que ya hablamos más que suficiente de la ley y el reglamento de planificación familiar, los que me leen, saben que el tema es absurdamente repetitivo, es uno de mis temas y aunque me acarree todas las maldiciones del mundo, yo estoy tranquila.
En estos días he estado recordando mujeres que no tuvieron acceso a la anticoncepción:
la primera mujer que atendí con ruptura uterina (que luego sería rutina) reventado su útero a fuerza de patadas con una bota con punta de acero, un hijo no deseado que el hombre quería "sacarle", la niña de 4 años, que yo conocí a los 12, prostituta y marera, con el útero remendado por un médico famoso a los 4 años, cuando la madre la vendió a un "señor" de dinero, la mujer muerta en su 12 embarazo, a los 40 años (yo ya tengo 42), la mujer a la que su marido vino a buscar al hospital urgentemente, el día después de su cesárea y se peleo conmigo porque no "se la dí", la necesitaba, porque ya no tenía ropa limpia, la muchacha de 24 años, que pasó todo el día en el hospital de la tinta, esperando a que nos decidiéramos a hacerle la ligadura de trompas -no podíamos, era muy joven y no lo había autorizado el marido- pero ella igual, esperó todo el día, cargando a sus 6 hijos, suplicándonos que la operáramos y cuando no lo hicimos, se fué con su prole, no se a donde..., las 15 mujeres diarias a las que les hacía legrado, por un aborto mal hecho y las que murieron por infección..., la bebita que recogieron en el basurero del san juan de dios (cuantas, son, por favor, son cientos)
tengo más de 8 años de no atender consulta, y aún así tengo tantas historias que contar, mi compromiso con la planificación familiar obedece a ellas, a no aceptar una muerte más, a no querer un niño más abandonado, a intentar creer que si tenemos conocimiento y libre albedrío, podemos hacer algo por nosotras mismas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como, vomito y expelo angustia cuando leo historia como estas. Dando clase por muchos años en la universidad y en escuelas de rehabilitación para jovenes pandilleros/as, me ha tocado escuchar y leer historias semejantes que nos cuentan a los catedraticos o escriben en sus ensayos. Hay demasiada crueldad en este mundo y sus raices estan, en gran parte, en la falta de acceso a informacion y salud publica.

Trudy