miércoles, 19 de mayo de 2010

Nada nuevo...

La visita del Relator del Derecho a la Salud, parecía ser algo que develaría al fin, que pasa con la salud en este país.
Para los que hemos analizado este tema desde hace más de 10 años, no nos dice nada nuevo, sin embargo, rápidamente surgen voces que acusan a este gobierno y lo hacen responsable del problema, nadie, hace una reflexión en realidad aterrizada, incluyendo al Ministerio de Salud, que se intenta quitar el sambenito que parece haberle caído cuando el relator dice "es un sistema moribundo". Las opiniones se centran en decir cosas como "llora sangre", pero nadie reconoce su parte de culpa en el problema.
Hasta 1996, podíamos culpar a la guerra, a la guerrilla que destruyó infraestructura y a las políticas contrainsurgentes que construyeron infraestructura, como una forma de propaganda política pero... no le dieron el suficiente equipamiento y personal, de esa época son hospitales como el de La Tinta, Uspantán, algunos en el Petén, que se construyeron, pero nunca tuvieron equipo ni personal suficiente.
A partir de 1996, el sistema de salud se fragmentó aún más, el incipiente mercado de la salud, que no había despegado se volvió más voraz debido a la escasa inversión que se realizó en respuesta a las políticas de ajuste económico propuestas en el 91, en esa época existía la creencia (todavía vigente) que la educación y la salud no eran privilegios gratuitos y que debían pagarse, la escasa inversión que se hace en esos años en infraestructura sanitaria no responde ni siquiera al crecimiento poblacional y la otra infraestructura necesaria, la que se relaciona con el agua potable y saneamiento ambiental que debieron realizar las municipalidades tuvo que esperar hasta que los alcaldes se cansaran de rediseñar y remodelar las plazas, parques y mercados y terminaran ¡por fin! de construir salones comunales para hacer fiestas, esto, claro, únicamente en las cabeceras municipales, dejando aldeas enteras sin acceso a agua y ahogándose en desechos.
El IGSS, además de ser vandalizado y casi llevado a la quiebra, era otro botín que les hacía agua la boca a diputados y presidentes, venderlo y dejar que "cada uno elija que seguro quiere pagar", parecía la cantaleta de moda, "al fin que ni sirve" dicen todavía, sin analizar lo que ha representado el seguro para la gente que ha visto una respuesta a sus problemas que no los va a dejar en la ruina.
En Guatemala no hay cultura de prevención, esto se evidencia en el problema del lago de Atitlan y en muchos otros casos de contaminación y contagio de enfermedades.
Este último gobierno, fiel a su papel de curador y no de prevención, ha duplicado el número de camas hospitalarias, pero las causas básicas del problema siguen allí.
La persistencia de enfermedades como diarreas, fácilmente prevenibles con higiene y saneamiento ambiental, presionan contra los hospitales que terminan con emergencias llenas de enfermedades que no debieron producirse, pero que demandan atención, recursos y medicamentos. Además de la violencia, que cobra su parte en la atención de urgencias.
Obviamente, ni uno, ni dos Ministros de Salud, pueden deshacer este enorme problema, a no ser que se cumpla con lo establecido en la constitución que habla de la salud como un "bien público" y que obliga a todos los sectores a trabajar por la misma.
Como epílogo: mi casa fue construida hace 5 años, pero hay que invertirle año con año, ahora que comenzó a llover me doy cuenta que se entra agua en la puerta de la biblioteca, y dejo unos trapeadores para que no se me humedezca... algo así se ha hecho con el sistema oficial de salud (hay que ver que el privado si invierte, pero resulta demasiado caro) se le ha puesto poca atención... tal vez para eso sirva la visita del relator

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