martes, 25 de mayo de 2010

Mortalidad Infantil.

Tal vez, como individuos, estemos impactados por las noticias de muerte de niños, hay en eso algo macabro a la mega potencia, no es lo mismo pensar en un adulto muerto, que en un niño.
Se supone que, evolutivamente, los cachorros de todas las especies tienen esas mejillas regordetas, esos ojos grandes y expresivos, esa miniaturización tan hermosa que permite que deseemos vehementemente protegerlos.
Escuchar de un niño recien nacido tirado en un basurero le mueve el tapete al más desalmado.
Como sociedad, sin embargo, la cifra de niños muertos en el país y en el mundo no hace más que levantar una ceja ¿y?, hasta sacan la biblia "pobres habrán siempre", lo malo es que la injusticia y el infortunio se ceba en los niños y los acaba.
La mortalidad infantil es uno de los indicadores más fuertes de desarrollo humano, únicamente una sociedad avanzada puede generar las condiciones adecuadas para que los niños crezcan y se desarrollen y sean valorados cada uno como una esperanza y no como un estorbo.
Desde el famoso escrito "una modesta proposición" de Jonathan Swift, que alzó cejas en toda Irlanda, pero que, sin embargo, no significó mejoras en al menos 100 años para los niños pobres, a pesar del escándalo.
Igual ocurre ahora, un aumento no significativo de metales cerca de una mina, más niñas y adolescentes dando a luz, violaciones de mujeres que no tienen acceso a evitar un embarazo forzado, drenajes a flor de tierra, ríos contaminados y falta de agua potable apenas sirven para que se alcen un poco las cejas y se acuse a las mujeres por dejarse embarazar, y por pretender abortar, pero no se acusa a la falta de educación, la falta de oportunidades y a la codicia extrema que privilegia el oro sobre la salud.
Somos una sociedad hipócrita, que puede tirar piedras sobre las mujeres que intentan evitar embarazos, pero que no alza más que una ceja ante el agua sucia que envenena vidas pequeñas y mata cientos de niños por deshidratación.
¿podremos pasar de allí?, lea el texto de Swift, asquerosamente actual, y comparemos con la Dublin del siglo XVIII, un lugar sucio, apestoso, sin drenajes, donde los niños mueren de diarrea y deshidratación ¿vamos a esperar también 3 siglos para cambiar las cosas?

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