lunes, 31 de agosto de 2009

Nada Humano me es ajeno...

yo tenía 3 años cuando mi madre me enseñó a hacer "caridad", no es algo que me llene, pero supongo que de algo sirve. Vivíamos bien, mi padre tenía un trabajo estable, una casa decente, una hermanita bebé y era Navidad.
Mi madre compró una bolsa de pelotas y juguetes plásticos en la capital, eran muchos, tal vez cientos, y nos llevó a ambas a la pedriatría del hospital de Cobán, donde también habían huerfanos.
Recuerdo el sol brillante de diciembre, la sala de hospital viejo olorosa a mohos, orines y eter, ese olor que ya no existe en los hospitales nuevos y que yo recuerdo como el olor de hospital de mi padre , y las enormes bolsas con juguetes y dulces baratos, pañales de tela y no sé cuantas cosas más, no puedo recordar todo.
Me impresionó que los niños no hablaban mi idioma, que no sabían que hacer con los juguetes, y que no comprendían lo que hacíamos. Nunca he estado segura si los niños disfrutaron esos juguetes, creo que no lo puedo saber.
Hoy, Marcela Gereda y Maria Olga Paiz, me recordaron ese día, porque la caridad no es lo mismo que hacer propias las luchas y las necesidades de las personas, Caridad no es empatía, es simplemente fijarse en ese que tiene menos y tomarlo en cuenta, algo es algo, dirán. aunque es un paliativo, no una cura y si, puede ser una cura y alivio para la propia conciencia: así me puedo comer en paz mi pavo, si al menos llevé (como en otra navidad) una canasta con un pollo crudo y una libra de arroz, tomate y cebolla, en una palangana plástica a una anciana que vivía "posando" en el fondo del terreno de una casa que olía a tamales recién hechos, a los que ella no estaba convidada. (no he podido borrar a esa anciana de mi memoria).
para mi, hacer caridad es normal, sacar una bolsa de juguetes que nadie juega y llevarlos al hospicio, una bolsa de ropa que ya no le queda a mi hijo, pero ¿no es un poco como sacar la basura?.
A mi me da miedo la caridad, porque me deja sentir bien un rato, mientras asumo un compromiso de fachada, pero también me da miedo volverme "posera", porque al final, como dice Silvio Rodriguez, no estoy muy lejos de "la vidriera y el refrigerador" y puedo llamar a "la lucha", porque no tengo nada real que perder, tengo lo necesario, a veces más de lo necesario, también desperdicio comida, también desecho ropa, también he dejado mi huella de carbono y no creo que evidenciar las necesidades sirva para generar "más división", la división ya está dada, porque la exclusión existe, pero también porque queremos vernos santos y progres y buena gente, pero que no nos quiten lo propio, lo "ganado".
ayer, escuchaba a un jesuita que preguntaba "¿es posible decir que Guatemala, por la forma en que vive y como es su gente, es un país cristiano?", yo no le contesto, porque yo no lo soy, pero según las estadísticas, mas del 90% declaran ser cristianos (denominaciones aparte, creen en cristo) ¿y que hacen? y yo, empero me quedo todavía sin hacer lo suficiente, porque no puedo cambiar las estructuras, o por lo menos no ahora, así que no paso de lo mismo que hacen las cuchubaleras: regalarle ropitas a la pobrecita hija del chofer.
Pero hace unos minutos, la Lucha, me escribe para decirme que, por el radio, hablaron de una mujer asesinada y descuartizada que comparte algo conmigo: el nombre.
ella era una sexo servidora de la linea, alguien a quien nunca vi, alguien con quien nunca me topé y que, de pronto, me hace sentirme absurdamente conciente de mi propia fragilidad, porque pude ser yo la que amaneciera en una bolsa, en este país nunca se sabe.
y me puse filosófica, pensando en los 6 grados de separación, en lo que nos une a los otros, en los sistemas, ese sistema que se llama humanidad donde ese asesinato ha roto algo en la cadena, porque NO somos seres individuales, aunque creamos que lo somos.
nada de lo humano me es ajeno, ni su dolor, ni su pena, porque la lesión de una sóla célula en mi cuerpo, cambia mi estructura completa, el cambio de una célula genera un tumor, que crece y se convierte en un cáncer que mata ¿como será matar a la humanidad de a pocos?, y la muerte de esa mujer me hiere, y lo hace más de cerca porque compartía algo conmigo: el nombre, ¿y cómo sería ser ella?, o estoy desdoblada y cada vez que matan a alguien, matan algo de mi, aunque sea mi nombre.

2 comentarios:

Fernando Ramos dijo...

Creo que con el paso de los años me he convertido en un tipo duro.

Hace un tiempo, trabajaba yo en una cadena de ferreterías, un día vi que un viejito estaba acarreando unas piedras, caminaba como una cuadra, las iba a dejar a algún lado y regresaba por más; así hizo unos cuatro viajes. En eso uno de los patojos salió de la bodega, con un "troket", y el viejito se lo pidió prestado, el patojo me preguntó si se lo prestaba, entonces, yo que soy un desconfiado de primera, como había visto que el viejo había pasado ya cuatro veces, entonces le dije que se lo prestara. El viejo se llevó el "troket", lo vi hacer un viaje más, luego ya no volvió a pasar, se robó la carretilla. Luego me tocó pagarla, no era mucho, como Q200.00.

Creo que el viejito no tenía intenciones de robarse el "troket", pues había estado cargando las piedras durante un buen rato, pero al tener la oportunidad de hacerlo no dudó.

Saludos

Maria dijo...

El volverse duro es algo generalizado en este país. Yo también vengo de una casa donde siempre nos enseñaron a dar al que tenía poco, siempre lo ví como algo natural. El hecho es que nunca llega a aliviar nuestra conciencia, siempre tenemos mucho mas que estas personas, la diferencia es mucha y cada vez es peor. Cada vez hay mas y mas pobres.
Hay raices mas profundas en esto. Hemos permitido por años que el pobre no se supere para beneficio de pocos.Hemos permitido y seguimos permitiendolo.