sábado, 9 de agosto de 2008

tiempos de guerra.

hace días que quería hacer este post, existe en Guatemala una extraña corriente que aduce que "ya estuvo suave de hablar de la guerra" e intenta borrarla del pasado ignorándola.
hace un mes estuve en una presentación sobre la presencia de la guerra en la literatura guatemalteca y el tema de uno de los escritores era "la literatura de la guerra no es mejor que la literatura que no habla de ella" y estamos de acuerdo, pero el tema del conversatorio no era saber si era mejor o peor, sino la necesidad de reconocer que la guerra se ha metido en el habla, en la escritura y en lo cotidiano sin que podamos hacer nada para cambiarlo.
este mismo escritor tiene algunos cuentos, donde la paranoía se pasea a sus anchas, el sutil recuerdo de una época en la que los delatores estaban en todas las esquinas y uno no podía decir nada ni hacer nada, aún escritores jóvenes como Javier Payeras, reflejan ese cambio en la percepción del exterior, que ahora es terrible e insalubre, no es el romántico patio o calle de las memorias infantiles de escritores de lares donde la violencia no se ejerció con tanta saña.
y lo que es peor, el conversatorio incluyó a un escritor que se dedicó a criticar la obra de Mario Payeras, con argumentos ad-hominem, referenciando la escritura contra el mismo escritor (asumiendo que era testimonial) sin tomar en cuenta que se trata de alguien que ejerció un cargo político en la guerrilla y por lo mismo, en su literatura "testimonial" la verosimilitud se choca con la necesidad (panfletaria o no) de servir de "ejemplo" a los nuevos reclutas. eso es evidente cuando se han leído no solo los fragmentos testimoniales de Payeras, sino también sus ensayos.
luego de 12 años de la firma de la paz en 1996, existen suficientes recursos para analizar la obra de estos escritores de la guerra EN SU CONTEXTO, integrando la forma en que estos escribían y su realidad, e incluso analizando la literatura de propaganda que publicaba la editorial del ejército (y también la que se publicó fuera del país por parte de la guerrilla) y que se incluía en el pensum de estudio de escuelas en áreas de conflicto. pero para eso es necesario abstraerse de la realidad de la guerra, intentar no juzgar sino entender la dinámica que se vivía en el país y no necesariamente en un contexto dualista de guerra fría con expresiones maniqueas, y por otro lado reconocer que la situación ha sembrado de expresiones ("que masacre", fué una expresión popular similar a "que chido" en los 80's, especialmente en áreas de alto impacto de la contrainsurgencia), actitudes y paranoias que aún determinan las relaciones humanas en contextos que no han variado demasiado y que siguen evidenciandose en los espacios como los blogs del periódico, donde los comentarios rayan en la violencia verbal y se ubican maniqueamente a ambos extremos del espectro.
la novela que yo estoy cediendo, obedece a una necesidad personal de exorcisar algunas facetas de mi vida, de narrar lo ocurrido y fué escrita en 1998. la dificultad editorial ha impedido que se publique, pero considero que es necesario sacarla, para comprender esa faceta de la historia de mi país que, aunque me duele, no puedo negar.
si la literatura de la guerra es buena o mala, no depende de la temática (igual se puede decir de las historias de amor) pero si depende de la capacidad de escritura y, por suerte, esta está repartida por igual entre rojos y blancos, verdes y negros.

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