domingo, 25 de mayo de 2008

paranoias

La Paranoia. Otra de las herencias que nos dejó la guerra. Simplemente no confiamos en nadie, todos son potencialmente “orejas” espías que pretenden conocer lo que hacemos y como lo hacemos.
Conozco a una persona, quien al intentar integrarse a un grupo (cualquiera que sea) primero muestra sus referencias personales. Busca a una persona de confianza que lo presente, preferiblemente alguien del mismo “medio”, alguien conocido que tenga trayectoria y si no lo encuentra, se abstiene de participar.
Asistir a eventos culturales o sociales, aún los actos públicos, sin ser introducido por nadie es peligroso. Se es observado, cuestionado y al final uno sale con la sensación de haber pasado un examen, una de esas entrevistas de trabajo donde luego del análisis psicológico te dicen “luego lo llamamos”. Si nadie puede dar fé de quien eres, olvídalo, no te llaman. A veces hasta se escucha el cuchicheo “¿y ese quien es vos?” “saber. Seguro que es oreja, preguntale a todos a ver si lo conocen”, y eso incluye que esos “todos” sean los cuatro gatos y un perico que SIEMPRE asisten a ese mismo lugar.
El círculo guatemalteco es estrecho. Un comentario fuera de lugar, una opinión desastrosa en un foro, que se te salgan los prejuicios y metás la pata, una mala formación política (o lo que es lo mismo, no ser de la misma afinidad política que los anfitriones), una opinión que no sea “políticamente correcta” y estás muerto socialmente. El asistir con un “habitual” genera menos suspicacias, pero siempre te prueban, en todos los grupos se examina detenidamente a los nuevos, y no falta alguien que te diga “tené cuidado, aquel parece que es oreja”, los círculos se estrechan y cierran filas, ya sean artistas, políticos, sociales o religiosos. Todos parecen tener “dress code” pero también otros códigos de pensamiento y de comportamiento, igual que en la moda o estás out o estás in.
La sociedad guatemalteca se polarizó durante la guerra, o eras o no eras de un bando o de otro, y esto quedó como herencia, como la canción de arjona: te heredan hasta el equipo de futbol. Todos, hasta los niños se identifican como parte de un grupo pequeño, el cual SIEMPRE tiene un antagonista. Rojo o crema, izquierda o derecha, católico o evangélico, colegio o escuela, universidad pública o universidad privada. No eres parte de una diversidad, eres de un grupo que tiene la razón, los otros están equivocados.
La paranoia nos cerca, cualquiera que intente contactarnos puede tener intenciones maléficas. Nos siguen, nos espían.
Parecía que habíamos pasado el bache, muchos contaron sus historias, abrieron las puertas, confiaron… incluso los que dieron testimonios fueron criticados, se dudó de la validez de sus testimonios "fueron manipulados" decían, hasta que ahora, aparecen otros que validan los procesos desde otra mirada y al fin se considera que "la historia debe contarse"

además de la historia oficial de los vencedores, hay que reconocer que la diversidad no es más que la suma fragmentada de muchos grupos. que, de alguna manera, resultan irreconciliables entre sí.
Bueno, lo anterior puede ser cierto, o podría ser que yo también esté paranoica.

2 comentarios:

Angel Elías dijo...

es cierto, somos unos paranoicos de primera.

tenemos miedo de nuestra sombra y desconfiamos de ella.

pero esto no es mas que una forma un poco absurda de sentirnos seguros.

de alguana manera estamos enfermos mentalmente y no nos damos cueenta

terrible, no?

Patricia Cortez dijo...

gracias, angel, todos tenemos nuestra dosis de enfermedad mental, solo que no nos damos cuenta.
gracias por el comentario