Yo no soy Grinch

Recuerdo que odié las navidades durante muchos años, pero de pronto, comenzaron a tener algún sentido.
Creo que fué cuando volvieron a haber muchos niños en la casa, entonces la fiesta comenzó otra vez, los tamales, el árbol que tiene que ser enorme, las galletas que ellos hornean, el verlos llenos de harina cortando estrellas y campanas de masa, o haciendo bolitas de miel.
los regalos que elaboran los niños, únicos (completamente artesanales) a veces reciclando, otras comprando, pero con tanta creatividad. y me pongo a hornear el pavo, a comer tamales, a verlos intoxicarse con dulces, en fin, a todo lo que pasa en estos días. hasta cuetes...
es cierto que el consumismo me atora, pero se puede evadir, siempre hay ofertas y la cosa no es que regalar, sino como o con que darlo.
Me molestan las procesiones, las atorazones, los malls atorados y la música embotellada, mi navidad es diferente, bastante diferente.
Creo que lo que en realidad me gusta, es ver que nada cambia, tenemos los mismos gustos que nuestros hijos, los juguetes duran menos que la ilusión, pero los recuerdos los tendran en el alma.
Felices Fiestas, tomenlo con calma, descansen, sonrían, vean sonrisas de niños, no compren mucho, no se dejen llevar por el consumismo.
un abrazo.