miércoles, 5 de diciembre de 2007

advenedizos y usurpadores

cuando hablé con los Médicos Descalzos, me sentí tan ultrajada como ellos, hace 10 años iniciaron uno de los caminos más maravillosos: El de la ciencia y el descubrimiento de quienes somos en realidad. y ahora, debido a prejuicios y altanerías están a punto de perderlo todo.
todos saben que si se pone una propiedad a nombre de un tercero, es muy posible que ese tercero se avalance y se lo quede. alli está aquel hombre que le entregó a su compadre un cuarto de millon de dólares en efectivo para que se lo depositara en una cuenta suiza, cosa que el otro por supuesto hizo: a su nombre. y ahora vive felizmente en suiza con toda su familia, mientras el otro intenta recoperar su perdida vida.
pero... dejarle la propiedad a la iglesia ¿acaso no es seguro?, ¿acaso no hay promesas de la iglesia?, ¿votos de pobreza y castidad?.
pero ocurre que la avaricia puede más y la iglesia necesita espacio y ya está construido y además hay mejoras en la propiedad, hay un laboratorio, hay dos temascales y un área para atender partos... ¿que de malo puede hacer a un grupito de indígenas quitarle lo que les ha tomado 10 años construir? si los tontos son ellos que lo hicieron en propiedad de la iglesia que por supuesto no puede apoyar la utilización de plantas y temascales (eso es brujería).
por supuesto que es díficil que ellos ganen el pulso, la iglesia es poderosa y tiene cientos de tentáculos.
pero ¿que pasa cuando me toca a mí? ocurre que decido escribir en un blog con seudónimo y aparecen un grupito de aprovechados sin imaginación ni creatividad y se montan encima como garrapatas chupasangre.
¿eso es libertad?.
lo dudo. mientras tanto intento encontrar una forma de denunciar a esos plagiarios y además, de apoyar a los amigos de Chinique, cuyas flores están a punto de ser arrancadas, pero nunca sin lucha, nunca sin denunciarlo...

2 comentarios:

Gustavo Sánchez dijo...

No se acaban las injusticias, ni tu escritura.

Angel Elías dijo...

Epa!!!

te saludo mostrandome complacido con lo que escribes. un abrazo fraterno