jueves, 27 de septiembre de 2007

bailando marimba


escuchar música de marimba es agradable. me trae de vuelta a mi casa y los discos de mi papá que sonaban una y otra vez.

tal vez porque no era muy buena bailando me fascinaba ver a las parejas mayores en la pista. se podía sentir su cohesión, la forma en que habían vivido juntos tantos años (pues era fácil saberlo) se adivinaban los pasos, los movimientos de él y ella se coordinaban al milímetro. una leve tensión recorria ambas espaldas, porque... la mayor característica de este baile, cuando se hace socialmente sin licor de por medio es que ¡no se ven a la cara!. y los cuerpos, aunque juntos, no comparten ninguna pasíon evidente. parecieran haber sido vacunados contra la tensión sexual.

recuerdo parejas que recorrian todo el salón, empujando con sus pies los montoncitos de agujas de pino, otras parejas un poco más entusiasmadas /o alcoholizadas) no se movían casi del lugar y formaban una pequeña montañita de pino. el olor del pino y la música de marimba todavía son para mí símbolo de fiesta.

creo que se quedó grabada en mi mente la expresión de las mujeres: seria y adusta. no recuerdo quien, pero alguna amiga me recomendaba cuando yo misma comencé a bailar con "muchachos" que pusiera el codo hacia el frente, para no dejar que me apretaran mucho. las esposas de borrachos podían tener algún gesto de asco en la cara, que no dejaban traslucir, se comportaban "como se debe", aceptando las erraticas vueltas de los esposos sin dejar de moverse por la pista hasta que el compañero era sacado por otros hombres menos alcoholizados.

cuando se popularizaron las "discos", era frecuente ver señoras mayores sentadas, resignadas al cambio, incapaces de apretar su cuerpo contra un hombre sudoroso que se agitaba al compás de una cumbia o merengue, esperando ese espacio que permitía el contacto físico sin complicaciones. hace sonreir el darme cuenta que aún el merengue suena menos intenso tocado en marimba...


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