lunes, 17 de enero de 2011

Entre bolos y putas...

Era como se suponía andaba Jesucristo, entre los seres más despreciables de la humanidad ( o al menos de los más menospreciados).
El tema es que esta semana se presentó el último libro recopilatorio de poesía de Marco Antonio "el bolo" Flores, epíteto que se ganó a pulso a costa de alegres parrandas en sus años de universidad.
Odiado por muchos, proscrito y exiliado, "el bolo" se ha convertido en el referente de la poesía revolucionaria y de la novela cruda salpicada de "malas palabras" y expresiones coloquiales que dejaron mudo al público.
Las novelas de Marco Antonio fueron prohibidas para los niños bien, y el escritor salió a varios exilios perseguido por ambos bandos, como buen disidente.
En 1995, vivía en el centro histórico, recien casada y guardaba entre las gavetas algunos cuadernos con esbozos de poesía y cuentos moralistas y ramplones que no me animaba a enseñar a nadie. Yo narraba desde los 6 años, cuando encontré la manera de calmar a mi miedosa hermana con la que compartía una habitación al final del tétrico corredor que tenían las casas "de antes", en medio del patio una camelia se sacudía y desplegaba sombras aterradoras, luego vendí cuentos y poemas al mejor postor para salir del paso en clases aburridas de "composición" y ya a esa edad, graduada y asustada no me animaba a dejar ver mis escritos a nadie, era epoca de miedo todavía...
Asuzada por mi pareja me encontré en un salón con casi 80 gentes que sacudían sendas hojas con sus escritos, todos se autoconsideraban escritores y aquel hombre canoso, casi calvo y flaco se afanaba por no dar recetas ni opinar sobre contenidos mientras accedía al horror casi caníbal con que nos devorabamos los unos a los otros, frases como "conectivos lógicos" ,"lugares comunes", gramática, ortografía y sintaxis eran sus armas, nunca descalificó y aún así hubo desbandada de los que no lograron la tolerancia requerida para resistir la crítica de los demás, no la del bolo.
Me quedé allí, en el camino de la escritura, no necesariamente siendo notable, pero con la necedad que me generaba el escribir, un poco más tolerante y entendiendo que mis textos duramente paridos serían golpeados de cualquier manera.
El bolo ya no es el mismo, el tiempo pasa, pero somos muchos los que seguimos adelante luego de sus talleres y sus escritos, revalorizados, entran en la historia de la literatura guatemalteca con holgura.
En la contraparte un librito de título altisonante, cuya constante parece ser el mantener el status quo de las mujeres, aquellas que se venden por un plato de comida, una bebida, un acompañante de por vida, una posición social y que asumen que el sexo libre no es sino complacer al otro ya sea desde la compañia, el ser "mujeres para lucir" o entregando el cuerpo en el intercambio económico más antiguo de la humanidad, pero sin salir por si mismas, sin reconocer en ellas más valores que los que tiene el cuerpo, una mujer objeto que se deja cosificar y se vanagloria de ello... pues el librito vende 5,000 copias, casi nada para un best seller en cualquier otro lado, un record para un autor nacional que ve languidecer las 1000 copias en los estantes de las librerías de donde no se moverán hasta convertirse en material reciclable.
Bueno, entre el bolo y la puta, me quedo con el bolo y me lamento de vivir en un país cuasi analfabeto y mojigato en donde las mismas cosas pueden servir para ser exiliado o para ser canonizado (hablo de escribir con malas palabras) aunque el valor literario del primero está mil veces por encima de la segunda.

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