viernes, 18 de abril de 2008

no hicimos cola

no puedo decir que me arrepiento de la carrera que estudié. el trayecto no ha sido fácil y, por supuesto, no pude cumplir con el sueño de mi padre de convertirme en una gran cirujana y los muebles de la clínica se han ido destruyendo.
por eso me vuelve loca la arrogancia de los escritores jóvenes guatemaltecos, en especial Javier Payeras que se autoelevan a las alturas sin darse cuenta que aún siguen siendo tan provincianos como los del siglo pasado.
esa frase de "no hicimos cola" tiene una carga que duele, y duele porque para mi generación fué una cuestión de vida y muerte, aún yo, que no viví los ametrallamientos en el campus, fuí afectada por la imposibilidad de acceder a lo que queríamos hacer. dejamos el "querer ser" por el deber ser.
no puedo imaginar las posibilidades de mi hijo y tengo que recordar a los jovencitos a los que les dí clases en Cahabón y su infinita sorpresa al lograr hacer cosas que no creían posibles, o la pequeña publicación que hicimos con los otros muchachos de cobán, un trabajo artesanal impecable, independiente del contenido.
pero no es únicamente el acceso a tecnología, leo a Andréz Zepeda y a Marcela Gereda en el periódico y me sorprende lo que dicen, no puedo sino compararlo con la época en que se me llamaba la atención por atreverme a decir algunas cosas, incluso en las aulas universitarias.
me enfrenté a la discriminación, tuve que ver como se me juzgaba y se me hacía caer por mis ideas y creencias, tuve que dejar estudios y trabajo por no ser conformista. los jóvenes como Payeras gozan del enfrentamiento que tuvieron los amigos de mi madre y mis amigos, con el sistema. pueden hablar, porque a alguien le cortaron la lengua antes, pueden posar de intelectuales, porque ya no les matan a sus maestros, pueden escribir lo que quieran, porque alguien ya no quema sus libros en el parque, pueden escribir una columna sin tener miedo de que los manden a matar por lo que piensan.
no tuvieron que hacer cola, ya había alguien hacíendoles la cola, tuvieron suerte de nacer en un momento especial en el país y comenzaron a escribir en la plena "movida".
si yo no tuviera que trabajar, cumplir con un horario, y con la filosofía que llegamos a creer en mi generación "devolver a la gente la educación que nos costeo". podría sentarme a escribir todo el día, no trabajaría por las personas, no haría cola

1 comentario:

Cristian Mejia dijo...

Wow, impresionado. Payeras el apellido pesa en la literatura guatemalteca y entiendo tu punto de vista.