jueves, 15 de abril de 2010

Rezagos de los hombres II


La foto de las 4 astronautas en la estación espacial me remitió a que, ahora, los límites de las mujeres están en el espacio.
Increíblemente van quedando cada vez menos cosas que los hombres puedan decir que son “exclusivas” de ellos, deporte, ejercito, espacio, gobiernos…
No puedo imaginarme a ninguna de esas 4 astronautas  “decidiendo el almuerzo” desde el espacio, tampoco puedo imaginarme que hayan logrado llegar hasta allá sin apoyos, sin comprensión y sin tolerancia. Los papeles del hombre y de la mujer, tal vez, tuvieron sentido en las épocas en que los hombres iban a la guerra y las mujeres se quedaban a cargo de los hijos, a veces también encargadas de la defensa de la aldea o comunidad (o sea, armadas). La idea idealizada del hombre que llega a quitarse las pantuflas mientras la mujer le sirve, nace en los 50s en Norteamérica, posicionada por publicidad y televisión (si quieren vean el programa Mad Men)
En la historia, la división del trabajo se origina por comodidad o estrategia de supervivencia y pronto se establece como una “condición relacionada con el género”, regalarles trastecitos a las niñas y carritos a los niños solo refrenda los estereotipos que no siempre fueron ciertos.
Ya muchos hombres se han dado cuenta que añadirse “valor agregado” a partir de cocinar, barrer y limpiar, aparte de que no produce impotencia, suele ser un plus cuando se trata de conquistar a una mujer emancipada, autosuficiente que no lo va a llamar cuando se le pinche la llanta del carro y que no esta buscando un protector ni un proveedor.
En el análisis de los hombres, pocas veces reconocen los problemas que se originan a partir de mantener la imagen de “macho que se respeta”, y las dificultades que se tienen al intentar ser el perfecto proveedor, amante y dueño de la casa.
A medida que las mujeres nos posicionamos en otros puestos, los hombres, como le ha tocado sufrir por ejemplo a todos los “esposos de presidentas” que han tenido que ponerse al margen de sus esposas y asumir un papel más decorativo.
¿representa esto una afrenta a su masculinidad?
En el contexto machista, la masculinidad no se define de forma positiva, sino por lo que no se es, en ese sentido, se apoya en la homofobia (no soy gay, soy hombre), se apoya en la violencia (los hombres arreglan las cosas a trompadas y deben demostrar que pueden pegar primero) y se apoya en el control de las emociones (no llorés, no sintás, no demostres que sentís “que no te vean sudar”)
Todo esto requiere de una presión y fuerza enorme para mantener reprimidas las emociones, y para “no ser débil ni hueco”,  y para aparentar fuerza sobre humana, lo que se paga con infartos, estress y desvalorización de si mismo, que se compensa con posesiones  y conquistas.
La cantidad de divorcios entre las mujeres que regresan de la guerra, la gran cantidad de profesionales exitosas solteras y el creciente número de divorcios parece concluir en que el diseño "familiar" de pareja heterosexual está agotándose, a medida que las mujeres se agotan en el desempeño cotidiano y deciden que estar sola, puede ser mejor que vivir en un nudo conyugal, totalmente desigual.

2 comentarios:

Miss Trudy dijo...

La gran propaganda a todo nivel que se hizo en los 1950s en EEUU de que la mujer quedaba en casa, mostraba solo una realidad que se limitaba a mujeres blancas de clase media y media alta, pues la mayoria de mujeres pobres, de clase obrera y de color, trabajaban fuera de casa para ayudar al sustento del hogar. Eran cocineras, mucamas, meseras, mano de obra agricola y mucho mas. Esta realidad de una gran cantidad de mujeres en esa epoca, sin embargo, permanecio en silencio y escondida. Igual ha sido en nuestro pais, que las mujeres que se quedaban en casa con servidumbre, pues quienes eran la servidumbre, sino miles de mujeres que trabajaban a diario fuera de sus hogares? Y todos los esposos de estas mujeres obviamente sobrevivian muy bien con la ayuda economica de sus esposas, sin que su masculinidad quedase hecha polvo por los suelos.

Patricia Cortez dijo...

Hola Miss Trudy, en realidad esas mujeres fueron las primeras en vivir la "doble carga", porque los maridos exigían que ellas llegaran a cumplir con lo que les tocaba, motivados por la publicidad.