Ultimamente he estado aprendiendo a revalorarme, desde mi optica de mujer en proceso de construcción, tengo que admitir que algunas cosas son innegablemente buenas, intentando dejar las malas de lado.
Creo que todos los guatemaltecos no podemos escapar del fantasma de la guerra, lo que somos, como nos comportamos, lo que sentimos y decimos, incluso como nos relacionamos con los demás está marcado por la guerra.
Tanto los grupos guerrilleros, como los militares establecieron requerimientos para que una persona "accediera" a "sus espacios", casi siempre se hacía necesario tener un padrino, alguien que lo conociera a uno, que supiera "de que familia venía" y aún así esto no era suficiente.
Tanto en los grupos guerilleros, como en los militares había que demostrar que se tenía la voluntad de acabar con el otro, pruebas de lealtad, de delación a la propia familia, de destrucción de lo que tenía el amigo, las sufrieron ambos bandos.
Una mujer indígena muy famosa en mi tierra, recibía noticias de quienes serían los próximos ajusticiados y quedaba bajo su propio riesgo decirles o no, era parte de sus pruebas de lealtad y únicamente un par de veces dio el aviso a la siguiente víctima de los militares.
Lo mismo pasaba en la guerrilla, atacar a los propios primos, hermanos, amigos, parientes...
Los procesos de descalificación, planteados magistralmente en el libro "quien mató al obispo?" incluían, especialmente en el caso de las mujeres, alusiones a amantes, orientación sexual, etnicidad o cualquier basura que pudiera ayudar a decir "no le hagan caso", en ambos lados, gente bien orientada y bien intencionada quedó oculta bajo mentiras y relacionamientos "es pariente de fulano, debe ser igual".
La polarización, (que todavía mantenemos) hacía que no solo se descalificara, sino que se propiciara el acabar o eliminar socialmente o politicamente al que no podía demostrar que era "de fiar", para mi, luego de la firma de la paz, usar una camiseta durante la marcha del 1o de Mayo, significó acabar con mis posibilidades de especialización, pero eso es otra historia.
A partir de allí, intento desvincularme de mi propia historia y dejar que "mis obras" hablen por mi, ahora las calificaciones que se necesitan para entrar a algunos espacios son académicas, en otros las preguntas se reducen a: ¿como has participado y cuales son tus luchas?. Han habido momentos en que me he sentido atacada, otros en los que me siento tentada a utilizar mis "luchas" como trampolín, hasta ahora había sido suficiente dejar que mis habilidades hablaran por mi, pero todavía falta.
supongo que algunas cosas que todavía no he logrado, tienen que ver con como me ven o con quien me relaciona, parte de la enorme paranoia que hemos construido y de la que, no podemos escapar
ZOMBIES
Hace 14 años
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