Hace años andaba por "interfer" con un chavo con el que solíamos bailar mucho. Un grupo cubano tocaba en la concha acústica y bailaban y se hacían un queso, mientras la gente los veía sentados formalmente como buen público chapín. Mi amigo me llevó al frente y me sentía sumamente avergonzada mientras éramos la única pareja danzante. Cuando todo terminó los músicos se acercaron a agradecernos, no estaban acostumbrados a la timidez chapina y pensaban que la música no estaba tan buena o que a la gente no le había gustado.
Me acordé de eso ayer, en el concierto de Alejandro Arriaza, un joven al que admiro muchísimo y que parece seguir siendo el mismo al que, en el 99 le decíamos "hay un toque" y contestaba "¿y quien va a tocar?", respondíamos "pues vos" y allí iba Alejandro con su guitarra al hombro a tocar por buenos motivos, su música o covers con tremendo ángel que tiene.
Bueno, la cosa es que, no pretendo hacer una crónica del concierto (que estuvo buenísimo) sino analizar el comportamiento de la gente que se reprimía hasta de aplaudir. Es cierto que en el palacio nacional "deben de regañar" si uno se pone a bailar o a moshear en pleno patio de la cultura...pero ¿y moverse al ritmo de la música? ¿y aplaudir? ¿y poner cara de "estoy gozando"? incluso vi a una chica que parecía estatua y no cambió la expresión en todo el tiempo.
Alguna vez canté en un coro y era totalmente desmoralizante ver que la gente no se conectaba con uno por más que el ritmo era bueno.
¿a que le tenemos miedo? ¿a ser los primeros que bailemos? ¿a que nos regañen? ¿el "respeto" por un sitio histórico? ¿la historia de represión que acompaña el lugar?.
No lo sé. Supongo que en el "after" la cosa se puso buena, ya con la ayuda de los deshinibidores de siempre, pero también allí me pregunto ¿es la única forma de disfrutar? ¿con apoyo de deshinibidores?.
Supongo que me vi como la vieja loca que se mueve en su silla y pega de gritos o intenta seguir el ritmo con las palmas, pero no era un concierto de la sinfónica y los músicos merecían sentir que nos estábamos comunicando.
Y supongo que el chiquillo de como 3 años que brincaba, aplaudía y saltaba con la música fue el que más se disfrutó el concierto, tal vez deberíamos actuar como niños a veces.
ZOMBIES
Hace 14 años
5 comentarios:
Ala! yo me lo perdí! :( Qué lastima!!!
Se tiene miedo al "que diran", a hacer el ridículo, a que critiquen. Somos una cultura mojigata.
Sentado yo esperando que iniciara el concierto muuucho tiempo después de lo anunciado (otra "característica" chapina) llega una pareja ya bastante grande, la señora me pregunta si tengo el "programa" de lo que van a tocar. Le digo que no. "Bueno, no importa, pensaba que había alguno" Somos una cultura muy dada a guardar los formalismos, creo.
Luisa: si usted, la música excelente.
Miss Trudy: mojigata y necesitada de "algo" para liberarse.
Engler: jajaja, "programa de mano" y la música tan buena que estaba para disfrutarla con todo el cuerpo.
El guatemalteco es un manojo de traumas... de tantos años de represión, sucede en todo, porque somos una sociedad enferma y apaleada.
Publicar un comentario