jueves, 18 de octubre de 2007

oficios propios de su sexo


las cédulas viejas guatemaltecas, cuando aluden a una mujer que "se queda en casa" ponen "oficios propios de su sexo"con lo que, de alguna forma, legitiman los oficios caseros asignados a las mujeres. las maestras de hoy tienen que frenar su lengua, porque los muchachos han descubierto que casi no hay diferencia entre hombres y mujeres y sus "oficios", para los niños es normal que su mamá sea ingeniera y que su papá cocine la cena o haga la limpieza. aretes, faldas, maquillaje... todo va siendo usado por unos y otros y la escena de la "familia ideal" con papá sentado en su sillon y mamá corriendo alrededor con la bebida, la pipa y las pantuflas ya sólo se ven en las ilustraciones viejas (aún Blondie, conocida en español como Lorenzo y Pepita, trabaja).

mi abuela tenía miedo de que yo no fuera una buena "esposa" y se dedicó a enseñarme a coser, tejer, arreglar la casa, hacer jaleas y pasteles y otras cosas que segun ella, yo debía saber. mi otra abuela nunca entendió que hacía yo con ese montón de muchachos bulliciosos estudiando hasta las 5 de la mañana y se negaba a darles ni siquiera café a esos "malandrines".

pero en este país todavía muchos se meten en el asunto, alli está esa amiga profesional que fué interpelada un día por el padre de su esposo, preocupado por la falta de nietos y porque ella pasaba mucho tiempo viajando y estudiando "descuidando al esposo" le espetó un discurso sobre el valor de la familia y la necesidad de que "se quedara en casa y lo atendiera". ella le respondió que sí, que lo haría, en cuanto él pudiera darle las satisfacciones que ella recibía en el trabajo. por supuesto el hombre no la entendió y siempre la considera una haragana y descuidada mujer. aunque tenga una maestría y un empleo super remunerado.

ella siempre se ha imaginado que el pobre hombre hubiera sido feliz viéndola barrer una casita de una habitación y cocinar todo el día y que no entiende cuales pueden ser las necesidades de una mujer, fuera de una cocina equipada, electrodomésticos y dos horas diarias para platicar con la vecina, y mucho menos, que una mujer no se sienta satisfecha luego de dejar la casa brillante y la ropa planchada.

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